jueves, 9 de diciembre de 2010

Churros

Estamos ya en Diciembre y el tiempo, como no puede de ser de otra manera, está siendo lo suficiente desapetecible como para limitar las actividades que se pueden llevar a cabo con los crios.

Tras un día entero con ellos metidos en casa hay que ir buscando continuamente maneras de tenerlos entretenidos entre las cuatro paredes y ya a la hora de la merienda se nos acaban las ideas, así que llevarles a la cocina a que se enharinen conmigo es la última bala de la recámara que siempre me guardo. Además en esta ocasión los primos iban a venir a jugar con ellos y así preparábamos merienda para toda la familia.

La primera opción fue cocinar un bizcocho, pero uno de esos sutiles comentarios de mi mujer sobre sus preferencias, “a mi no me hace mucha gracia los bizcochos… para merendar prefiero los churros…”, hizo cambiar inmediatamente la receta.

Cerca de nuestra casa hay una de esas cafeterías, que también son churrerías, donde puedes encontrarlos recién hechos a cualquier hora del día, con lo que siempre que hemos tenido antojos de ellos hemos podido comprarlos en un periquete. Pero en este caso, con lo desagradable de la temperatura de la calle, reconozco que en ningún momento me plantee salir a la calle a comprarlos, así que me puse a buscar rápidamente una receta de churros en los libros de cocina.

Creía que su elaboración iba a conllevar más dificultad, o cuando menos una lista medianamente grande de ingredientes, pero tras consultar varios libros, y alguna receta en Internet, me di cuenta que con sólo dos ingredientes sería lo mas fácil del mundo.

Los ingredientes principales son la harina y el agua (o también leche según alguna receta). Con un poquito de sal y el aceite para freír completamos la lista.

En cuanto a las cantidades, varias recetas indican diferentes cantidades, pero yo me quedo con una que es fácil de recordar: misma cantidad de harina que de líquidos (agua mas leche o sólo agua). Así que en mi medidor he echado harina hasta la marca de ¼ de litro, he reservado, y luego he juntado agua y leche (dicen que hay que poner mas cantidad de agua que de leche) hasta la misma marca de ¼ de litro.

Para su elaboración vertimos los líquidos en un cazo y los llevamos a ebullición, momento en el cual se retira el cazo del fuego y se añade la harina. Se remueve bien hasta que no queden grumos y la masa resultante no se pegue a las pareces. Dejamos que pierda un poco el calor para que podamos manejar la masa.

Ahora llegaría el momento de introducir la masa en la manga pastelera, con la boquilla adecuada, para darle la forma adecuada a la masa.

Como no tenía planeado hacer churros, no había realizado la labor básica inicial de asegurar que tenía todas las herramientas adecuadas y además en perfecto estado.

Tengo tres herramientas susceptibles de ser usadas para esta acción: dos mangas pasteleras y una pistola decoradora de pasteles.
Una de las mangas pasteleras era demasiado pequeña para usarla (la suelo utilizar para hacer pequeñas decoraciones en los pasteles), pero la otra era de un tamaño adecuado y con una selección de boquillas que me permitiría darles varias formas a los churros. Así que todo estaba controlado: me he puesto a introducir la masa dentro de la manga pastelera, he seleccionado una de las boquillas adecuadas y he empezado a presionar para hacer que la masa saliese por la boquilla. Y justo en ese momento me de dado cuenta que la última vez que la usé la hice un pequeñito agujero que se me estaba agrandando conforme presionaba la masa y se iba saliendo por ahí en lugar de la boquilla. Nada, un ligero contratiempo que sólo implicaba sacar la masa introducida y meterla en la pistola decoradora. Pero ya su nombre me ha debido indicar que no era la herramienta mas adecuada para este tipo de tareas. La masa de churros en ningún momento es parecida a la textura de las que se usan para decoración, es mas compacta, y en cuanto me he puesto a presionar el émbolo para hacer los churros, la boquilla ha saltado de su sitio y ha creado un momento pánico que ha significado tener que agarrar la boquilla con una mano y el embolo con otra. Finalmente he conseguido ir haciendo los churros mientras tenía las dos manos evitando que la masa saliese por otro sitio que no fuese la boquilla.

Con el aceite bien caliente vamos echando la masa en pequeñas tiras de masa. Que conste que he intentado darle forma de los clásicos churros, pero teniendo las dos manos ocupadas, ha sido imposible así que los he dejado con la forma de tiras de churro.

Vamos haciendo en pocas tandas para que el aceite no se nos enfríe y cuando están bien dorados los retiramos y los ponemos en una bandeja con papel para que absorba el exceso de aceite.
Una vez que se enfríen podemos espolvorearlos con azúcar. Yo tenía a mano azúcar glass de una receta anterior y lo he aprovechado para esta ocasión.


La verdad es que han salido deliciosos y los críos se han abalanzado sobre ellos y apenas han dejado para que los adultos los probásemos.

Me parece que a partir de ahora vamos a visitar mucho menos la churrería.

No hay comentarios: